sábado, 15 de marzo de 2008

Olvidar, reprimir y justificar

La ilusión de cambio ante una propuesta que mejore nuestra convivencia, nuestro bienestar o a nuestra ciudad, es un sentimiento casi imposible de no sentir. Al surgir un problema que perjudique a la ciudad, nuestros dirigentes (tras quejas, reproches, colecta de firmas, protestas, cartas y mucha desesperación), suelen prometer o proponer una solución o un proyecto para solventar ese mismo problema. Pero la desilusión comienza sin lugar a dudas, cuando las promesas no se cumplen.

120 Millones de pesos supuestamente invertidos por capital del Estado y capital privado de empresas para la Estación Ferro-automotora de la que aún nada vimos. Miles de pesos para construir el Emisario Submarino todavía en tratamiento. El basural, el predio de la ex Villa de Paso (y el traslado de las familias), el conflicto de las playas del sur, el predio del ex estadio de Aldosivi en el Puerto de la ciudad, el asfaltado de las calles (ver las calles de mi ciudad) y otros problemas aún sin resolver para los cuales nos han hecho promesas. Promesas que serían soluciones si tan solo se llevasen a cabo y se cumpliesen.

Ante el reclamo popular, la reacción inmediata del gobierno local es ofrecer una humilde propuesta que ilusione a los marplatenses, prometiéndoles así un cambio o una mejora. Pero la memoria parece fallarles a muchos dirigentes políticos y comienzan a olvidar, a reprimir lo que propusieron y a justificarse con ideas a futuro. “En 3 meses comienzan las obras de la Ferro-automotora”, “En diciembre de 2006 la Ferro-Automotora finalizará su construcción”, “En abril de 2007 el Emisario Submarino comenzará a funcionar”, y luego al acercarse las fechas, se coloca un nuevo futuro plazo con una posterior excusa que calme las aguas. Más allá de la falta de ideas, lo que provoca dolor es la desilusión. Esa misma que sentimos cuando los meses pasan y la ciudad que tanto queremos esta igual o peor que antes (factor que los turistas perciben, lo cual no es un hecho menor en una ciudad turística como Mar del Plata).

Es muy simple prometer si aquello que prometemos no lo cumplimos. Es aún más sencillo ilusionar al pueblo con propuestas sin hechos y todavía más fácil es desilusionar a toda una ciudad con la inoperancia. Porque es tremenda la impotencia o la falta de recursos, pero aún más triste y nociva es la inoperancia política. Aquella que promete y no hace, que habla y no construye, aquella que se hace oír pero ya nadie quiere volver a escuchar.

¿Cuándo comenzará el cambio en Mar del Plata? Si un cambio de gobierno parecería no hacer la diferencia, entonces ¿Qué debe suceder para que la situación cambie en la ciudad? Las obras en la calle Sarmiento se demoraron semanas y hasta meses, las obras en la Ferro-automotora aún son una utopía, el tren bala… ¿realmente es necesario? Algo está pasando, nada está cambiando y todos comenzamos a olvidar.

Quizá sea la misma sociedad la que deba hacer un cambio de 180º o tal vez el tiempo nos otorgue alguna solución. Pero mientras tanto, ante los problemas emergentes, nos seguirán prometiendo e ilusionando sin soluciones eficientes ni llevadas a la práctica. Es esperanza que se va perdiendo, es ira que entre los marplatenses va creciendo, es la impotencia de no poder resolver nada, es la inoperancia política la que detiene el crecimiento de la ciudad y es simplemente proponer un cambio en Mar del Plata, olvidar, reprimir y empezar a justificar lo injustificable.